LA RELACIÓN DE LO PSÍQUICO CON LO FÍSICO
Todo lo que del mundo (1) “entra” al campo psicológico humano, se traduce a impulsos electroquímicos.
Todo lo que “sale” al mundo desde el campo psicológico humano, es traducción de impulsos electroquímicos.
Nuestras neuronas no son archivos de millones de imágenes táctiles, visuales, sonoras, placeres, dolores, sentimientos, etc., sino de los impulsos electroquímicos a los que todo aquello queda asociado.
La noción de “traducción” de impulsos no es neutra para el ser humano. Orientado ya automáticamente por la misma vida hacia lo placentero, trata de esquivar primero con ingenuidad aquello que interpreta como displacentero.
El cuerpo, de todos modos, no lee las traducciones engañosas del actuar, sino sus verdaderas cargas afectivas, resultando la experiencia de unidad cuando hay acuerdo, y la de contradicción cuando no coinciden.
A esta “lectura” corporal de lo que vamos traduciendo desde lo psíquico se la llama somatización, y tiene el poder de enfermar nuestro cuerpo, dando así señales acerca de la incorrecta orientación de nuestra vida, y también tiene el poder de transformarlo positivamente sin límite conocido, abiertos al futuro...
(1) Por “mundo”, en psicología humanista, se entiende mundo externo e interno, sinónimo de medio externo e interno.
Un ejemplo de traducción y sus equívocos.
Una mujer en situación de inmigración, sufría por su dependencia económica y habitacional, a la vez que por la difícil coyuntura de su hija en el país de origen.
Ante esos impulsos de sufrimiento provenientes de su mundo interno, ella traduce en imágenes que dibujan y anhelan una persona del sexo opuesto que pudiera tener dinero y amarla, para salir así de la delicada situación.
Movida por esta imagen, acude a una cafetería con una vistosa minifalda y, sentada leyendo las páginas de economía de un periódico, retiene a los “caballeros” de quienes advierte una mirada de atractivo hacia ella. Tan fuerte es su convicción que, saltándose los convencionalismos de la formación tradicional femenina, decide dirigirse al elegido. Entabla conversación y consigue, en los días sucesivos, abrir una relación.
La parte masculina leyó el código de la imagen atractiva de la mujer, movido también por sus propias traducciones internas, pero no intuyó la intencionalidad de fondo en ella, referida a la búsqueda de soluciones situacionales.
A partir de ahí, los desencuentros, las discusiones, la incomunicación y las frustraciones, arrastran con “sorprentente” mecanicidad a nuestros protagonistas, en un sinfín de propuestas mutuas repelidas y cuasi-vejaciones...
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