dimecres, 7 d’octubre del 2015

TRAS EL SUEÑO REPARADOR



Me cuenta mi amigo Carles, estudiante de medicina china, que en aquel oriental concepto de salud, la enfermedad es considerada como el pico de la curva donde explota un desequilibrio que venía acumulándose desde mucho más atrás.

Del mismo modo, tras mi sueño reparador, he visto que el neoliberalismo salvaje tiene detrás un proceso acumulativo de fuerte desequilibrio.

¿Y en qué consistía ese desequilibrio?, ¿qué factores eran los que se iban desequilibrando?
Como siempre, el poder parcial respecto del bien común.

Remontémonos entonces a los valores de la era industrial, con sus empresas y sus llamados inversionistas.
Esos valores, del punto de vista e intereses de aquellos poderes parciales, se expresan claramente en el rédito económico montado, al principio, sobre una noción de progreso y desarrollo tecnológico y de bienestar. Concedamos eso también.
Aparentemente eso conciliaba el interés popular por el bien común con la acción productiva de aquellos poderosos.

Y comenzaron los desvíos. La mala fe antidemocrática fue armando el punto de traición a los pueblos.
Así hasta llegar al mundo actual, en el cual los poderosos nos cantan cuán interesante es la inversión económica en los lugares que habitamos. Eso trae riqueza, dicen.
Entonces, hemos ido viendo instalarse más plantas de fabricación automovilística, tentativas de grandes casinos, sacarse los ojos entre las grandes eléctricas por cuotas de mercado, vorágines constantes de campañas de farmacéuticas, etc... Todo eso a la luz, claro, porque detrás están esas productividades que no quedaría nada bien publicitar, como armas, drogas, prostitución, trata de personas, etc..., con seguridad más redituantes aún que las primeras.
En fin, que para aquel poder parcial, ¡viva el rédito económico!, no hay más que eso en la vida.

¿En qué consiste entonces el punto de traición a los pueblos que, como antecedente de la enfermedad neoliberal, se fue “perfeccionando” y acumulando?
En que en materia política se “privatizó” el campo decisional sobre la utilidad de lo producido respecto al bien común. Se “profesionalizó” a un sector llamado “políticos” para que el pueblo delegara primero en ellos ese tipo de gestión, y finalmente, desconectado ya el pueblo de semejantes cosas importantes (mucho dinero en juego), convertir a esa clase política en empleados pagados por aquel “gran poder” y sometidos a sus dictados.

A la luz de todo esto, me parece de gran urgencia comenzar a diseñar y promover unas leyes que permitan y garanticen la reconexión de la inteligencia popular a los criterios de producción sobre los que se va a invertir.

Sintetizando, no es simple "trabajo" y simple "inversión" lo que necesitamos. Necesitamos vida digna y salud como aspectos radicalmente básicos. Así que algo habrá que hacer para desobstaculizar toda aquella productividad que los poderosos aún creen que no les conviene. Léase energías limplias, alimentación saludable, ética farmacológica y médica, educación crítica y auto-crítica, desarrollo artístico y espiritual, etc...
Y, en consecuencia, necesitamos un tipo de estructura comunicacional pública, plural y abierta, en la cual poder volcar las aprobaciones o desaprobaciones acerca de lo que se pretenda producir y lanzar sobre nosotros, las gentes.
Lo que se llama hoy "política", en la mejor de sus expresiones, ha quedado trabajando sobre la enfermedad, sobre lo dramático. Por eso Ada Colau dice que ha "perdido poder " desde que está en el Ayuntamiento de Barcelona como alcaldesa, porque con su equipo sienten que no pueden alcanzar a trabajar aún en la raíz de los problemas.


Las soluciones de urgencia a menudo no nos conducen a soluciones de fondo.
Y por mi parte, tras mi sueño reparador, he visto las soluciones de fondo en relación con los valores de aquel pasado industrial, y en relación a un punto de traición que he tratado de enfocar.


                                                                                          Xavier Batllés,
                                                                                          Barcelona, 07-10-15